Los viejos:cuya laboriosidad rural se enredaba de vez en cuando en las plantas del jardín, dependían económicamente de sus hijos, ahora. Atrás quedaban las salidas de sol con el azadón al hombro, la calidez y el canto del ordeño y el retorno a casa al atardecer. Sus ropas tenían un sudor nuevo, que a veces, no les gustaba mucho
LOS HOMBRE Y LAS MUJERES EMPLEADAS empleados, se despedían de sus familias casi al unísono con el anuncio del cambio a la segunda clase del timbre del vecino Liceo Femenino Santa Librada, para desplazarse a la Carrera Primera y tomar el transporte para llegar a tiempo a sus trabajos.
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